De la huelga de masas a los consejos obreros
Nildo Viana
Las
huelgas surgen y desaparecen. Ellas son electorales, oportunistas, salariales,
radicales. La huelga es un fenómeno complejo y su realización tiene varias
determinaciones. Sin embargo, dejando de lado el movimiento grevista impulsado
por las organizaciones burocráticas como sindicatos, partidos, etc., tenemos
una acción proletaria que realiza una movilización y organización de los
trabajadores en determinada unidad de producción o categoría profesional. El
movimiento grevista surge como una forma de organización y despertar de la
conciencia colectiva para las malas condiciones de trabajo, los bajos salarios,
la protesta social, entre otros elementos.
Las
diversas formas de paralizaciones de la actividad laboral antes del
advenimiento de la consolidación del capitalismo moderno son antecedentes
históricos de las huelgas obreras. Las primeras huelgas obreras -como no
podrían dejar de ser- provocaban una violenta reacción estatal. En Francia, las
primeras grandes huelgas de los mineros abrieron brechas y en 1864 el derecho
de huelga fue reconocido. El movimiento huelguista en Francia fue bastante
fuerte durante el siglo 19. En este período, ocurrían huelgas corporativas,
limitadas las determinadas categorías profesionales (en Francia, los mineros se
destacaban). Las huelgas pronto dejan de ser corporativas y pasan a ser
interprofesionales, siendo que éstas pasaron a ocurrir en territorio nacional
hasta convertirse en huelga general. Este pasaje se dio por la solidaridad
entre sectores del proletariado o por huelgas políticas, exigiendo o
combatiendo determinadas medidas políticas.
La idea
de huelga general ya existía desde mediados del siglo 19, pero sólo en el final
desde siglo y principios del siglo XX que se convertiría en una práctica
política del movimiento obrero. Las grandes huelgas de este período se
extendieron por el mundo, y tuvieron resonancia e influencia en la historia del
movimiento obrero, como las huelgas en Bélgica, Francia y Rusia. En el caso
ruso, durante la revolución de 1905, la emergencia de los consejos obreros
(soviets) es resultado del movimiento huelguista. Este movimiento continuó a
escala mundial, alcanzando incluso países incluso de capitalismo retardado, tal
como Hungría y Brasil.
A
partir de 1910 una nueva ola de huelgas asola a Europa, generando consejos
obreros y acompañando varios intentos de revolución proletaria, como en el caso
de Alemania, Italia, Rusia, Hungría, entre otros países. Las derrotas de los
intentos de revolución proletaria, la Segunda Guerra Mundial y la relativa
estabilidad del capitalismo de los países imperialistas promovieron un reflujo
del movimiento huelguista en Europa, pero se mantuvo relativamente fuerte en
los países de capitalismo subordinado. En los años 60 hubo una reanudación del
movimiento huelguista en Europa y en otros lugares, pero al mismo tiempo que
esto ocurría, la ofensiva de la clase capitalista después de los años 70 y el
desempleo creciente también promovió un reflujo. A partir de entonces el
movimiento huelguista pasó a vivir una situación de fortalecimiento y
debilitamiento, asumiendo formas esporádicas y más o menos consolidadas
dependiendo de la época y país.
La
huelga, como mera paralización de las actividades, expresa una lucha contra el
capital, ya que compromete la extracción de más valor. La extracción del
plusvalor es interrumpida y por eso esta es la forma más eficiente de presión
obrera sobre el capital. Es también por eso que las instituciones que dicen
representar a los trabajadores y, en el fondo, representan el capital, ya no
incentivan el movimiento huelguista y cuando pueden evitan y desmovilizan las
propuestas e intentos de huelgas. Sin embargo, el movimiento huelguista puede,
una vez desencadenado, radicalizarse y tornarse aún más peligroso para el
capital. Se trata del paso a una forma más radical de huelga, la huelga de
ocupación. En esta, los trabajadores no sólo paralizan las actividades, sino
que se ocupan de las fábricas, de las unidades de producción, impidiendo
cualquier forma de abdicación al movimiento huelguista y reactivación de la
producción. Los proletarios realizan una permanente movilización, comunicación,
lo que permite un avance de la conciencia y la constitución de nuevas relaciones
sociales.
Este
proceso culmina con la huelga de ocupación activa, una radicalización y
profundización de la huelga de ocupación, que marca ya un paso hacia el
cuestionamiento de la propiedad privada, de las relaciones de producción
capitalistas. Este proceso de huelga de ocupación activa exige, para significar
un verdadero movimiento revolucionario, la generalización para un conjunto
significativo de unidades de producción. Al ocurrir tal proceso, ocurre
simultáneamente una forma superior de autoorganización, la formación de los
consejos de fábrica. Los consejos de fábrica pasan a gestionar las fábricas y
hacer que funcionen de forma autogestionada.
Esta
ampliación de la autoorganización de los trabajadores se expande a otros
sectores de la sociedad, tal como en los locales de vivienda, estudio, etc. En
este contexto, surgen simultáneamente los consejos de barrios y otras formas de
auto-organización, como los consejos de seguridad (milicias obreras). El
proceso de generalización de la huelga de ocupación activa y de la formación de
consejos de fábrica permite la articulación de diversas unidades productivas en
determinada ciudad o región, a través de su articulación con los consejos de
barrios y otros tipos de consejos, creando los consejos obreros, forma consonista
de autogestión social que realiza la articulación de la sociedad a escala
general.
(Trecho do Manifesto Autogestionário, que em breve será publicado integralmente em espanhol)
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