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segunda-feira, 31 de dezembro de 2018

De la huelga de masas a los consejos obreros (Trecho do Manifesto Autogestionário)




De la huelga de masas a los consejos obreros

Nildo Viana

Las huelgas surgen y desaparecen. Ellas son electorales, oportunistas, salariales, radicales. La huelga es un fenómeno complejo y su realización tiene varias determinaciones. Sin embargo, dejando de lado el movimiento grevista impulsado por las organizaciones burocráticas como sindicatos, partidos, etc., tenemos una acción proletaria que realiza una movilización y organización de los trabajadores en determinada unidad de producción o categoría profesional. El movimiento grevista surge como una forma de organización y despertar de la conciencia colectiva para las malas condiciones de trabajo, los bajos salarios, la protesta social, entre otros elementos.

Las diversas formas de paralizaciones de la actividad laboral antes del advenimiento de la consolidación del capitalismo moderno son antecedentes históricos de las huelgas obreras. Las primeras huelgas obreras -como no podrían dejar de ser- provocaban una violenta reacción estatal. En Francia, las primeras grandes huelgas de los mineros abrieron brechas y en 1864 el derecho de huelga fue reconocido. El movimiento huelguista en Francia fue bastante fuerte durante el siglo 19. En este período, ocurrían huelgas corporativas, limitadas las determinadas categorías profesionales (en Francia, los mineros se destacaban). Las huelgas pronto dejan de ser corporativas y pasan a ser interprofesionales, siendo que éstas pasaron a ocurrir en territorio nacional hasta convertirse en huelga general. Este pasaje se dio por la solidaridad entre sectores del proletariado o por huelgas políticas, exigiendo o combatiendo determinadas medidas políticas.

La idea de huelga general ya existía desde mediados del siglo 19, pero sólo en el final desde siglo y principios del siglo XX que se convertiría en una práctica política del movimiento obrero. Las grandes huelgas de este período se extendieron por el mundo, y tuvieron resonancia e influencia en la historia del movimiento obrero, como las huelgas en Bélgica, Francia y Rusia. En el caso ruso, durante la revolución de 1905, la emergencia de los consejos obreros (soviets) es resultado del movimiento huelguista. Este movimiento continuó a escala mundial, alcanzando incluso países incluso de capitalismo retardado, tal como Hungría y Brasil.

A partir de 1910 una nueva ola de huelgas asola a Europa, generando consejos obreros y acompañando varios intentos de revolución proletaria, como en el caso de Alemania, Italia, Rusia, Hungría, entre otros países. Las derrotas de los intentos de revolución proletaria, la Segunda Guerra Mundial y la relativa estabilidad del capitalismo de los países imperialistas promovieron un reflujo del movimiento huelguista en Europa, pero se mantuvo relativamente fuerte en los países de capitalismo subordinado. En los años 60 hubo una reanudación del movimiento huelguista en Europa y en otros lugares, pero al mismo tiempo que esto ocurría, la ofensiva de la clase capitalista después de los años 70 y el desempleo creciente también promovió un reflujo. A partir de entonces el movimiento huelguista pasó a vivir una situación de fortalecimiento y debilitamiento, asumiendo formas esporádicas y más o menos consolidadas dependiendo de la época y país.

La huelga, como mera paralización de las actividades, expresa una lucha contra el capital, ya que compromete la extracción de más valor. La extracción del plusvalor es interrumpida y por eso esta es la forma más eficiente de presión obrera sobre el capital. Es también por eso que las instituciones que dicen representar a los trabajadores y, en el fondo, representan el capital, ya no incentivan el movimiento huelguista y cuando pueden evitan y desmovilizan las propuestas e intentos de huelgas. Sin embargo, el movimiento huelguista puede, una vez desencadenado, radicalizarse y tornarse aún más peligroso para el capital. Se trata del paso a una forma más radical de huelga, la huelga de ocupación. En esta, los trabajadores no sólo paralizan las actividades, sino que se ocupan de las fábricas, de las unidades de producción, impidiendo cualquier forma de abdicación al movimiento huelguista y reactivación de la producción. Los proletarios realizan una permanente movilización, comunicación, lo que permite un avance de la conciencia y la constitución de nuevas relaciones sociales.

Este proceso culmina con la huelga de ocupación activa, una radicalización y profundización de la huelga de ocupación, que marca ya un paso hacia el cuestionamiento de la propiedad privada, de las relaciones de producción capitalistas. Este proceso de huelga de ocupación activa exige, para significar un verdadero movimiento revolucionario, la generalización para un conjunto significativo de unidades de producción. Al ocurrir tal proceso, ocurre simultáneamente una forma superior de autoorganización, la formación de los consejos de fábrica. Los consejos de fábrica pasan a gestionar las fábricas y hacer que funcionen de forma autogestionada.

Esta ampliación de la autoorganización de los trabajadores se expande a otros sectores de la sociedad, tal como en los locales de vivienda, estudio, etc. En este contexto, surgen simultáneamente los consejos de barrios y otras formas de auto-organización, como los consejos de seguridad (milicias obreras). El proceso de generalización de la huelga de ocupación activa y de la formación de consejos de fábrica permite la articulación de diversas unidades productivas en determinada ciudad o región, a través de su articulación con los consejos de barrios y otros tipos de consejos, creando los consejos obreros, forma consonista de autogestión social que realiza la articulación de la sociedad a escala general.

(Trecho do Manifesto Autogestionário, que em breve será publicado integralmente em espanhol)

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